
domingo, 2 de noviembre de 2008
Hola y...! =)

Género épico
Las clases de sub-géneros literarios son:
- Epopeya
- Cantar de Gesta
A continuación, les presentaré dos ejemplos del género épico. El primero es "La Odisea", escrita por Homero; y la segunda es la "La Eneida" escrita por Virgilio. Espero que les gusten =)
La Odisea (Fragmento)

La Eneida (Fragmento)
-[...] ¿Qué disimulo o qué mayores ultrajes puedo esperar? ¿Acaso se lamentó de mi llanto?, ¿acaso volvió sus ojos hacia mí?, ¿acaso, con padecido, ha llorado o se ha dolido por su amante?, ¿puede haber algo peor? Ya la poderosa Juno y el hijo de Saturno y padre de los dioses no puede mirar con bueno ojos estas cosas. En nada se puede confiar con seguridad. Arrojado a la playa, careciendo de todo, yo lo recibí y, en mi locura, compartí el trono con él; rehice la flota que había perdido, salvé a sus compañeros de la muerte; ahora los augurios de Apolo, los oráculos de Licia y Mercurio, el mensajero de los dioses, enviado por el propio Júpiter, traen a través de los vientos estos horrendos mandatos. ¡Evidentemente, son las órdenes de los dioses las que esa inquietud que turba su tranquilidad! No retengo; ve, sigue a Italia bajo el influjo de los vientos, parte hacia tu nuevo reino a través de los mares [...]

Género Narrativo
El género narrativo presenta 5 sub-géneros:
- Cuento
- Novela
- Mitos y Leyendas
- Crónica
- Fábula
A continuación, les presento 2 ejemplos de género narrativo. El primero es una fábula escrita por Jean de La Fontaine y se titula "La Mochila". El segundo es una fragmento de la obra "Danny el campeón del mundo" escrita por Roald Dahl. Espero que les gusten =)
La Mochila
-¿Qué dices tú, la mona? -preguntó.
-¿Me habla a mí? -saltó la mona-. ¿Yo, defectos? Me miré en el espejo y me vi espléndida. En cambio el oso, ¿se fijó? ¡No tiene cintura!
-Que hable el oso -pidió Júpiter.
-Aquí estoy -dijo el oso- con este cuerpo perfecto que me dio la naturaleza. ¡Suerte no ser una mole como el elefante!
-Que se presente el elefante...
-Francamente, señor -dijo aquél-, no tengo de qué quejarme, aunque no todos puedan decir lo mismo. Ahí lo tiene al avestruz, con esas orejitas ridículas...
-Que pase el avestruz.-Por mí no se moleste -dijo el ave-. ¡Soy tan proporcionado! En cambio la jirafa, con ese cuello...
Júpiter hizo pasar a la jirafa quien, a su vez, dijo que los dioses habían sido generosos con ella.
-Gracias a mi altura veo los paisajes de la tierra y el cielo, no como la tortuga que sólo ve los cascotes.
La tortuga, por su parte, dijo tener un físico excepcional.
-Mi caparazón es un refugio ideal. Cuando pienso en la víbora, que tiene que vivir a la intemperie...
-Que pase la víbora -dijo Júpiter algo fatigado.
Llegó arrastrándose y habló con lengua viperina:
-Por suerte soy lisita, no como el sapo que está lleno de verrugas.
-¡Basta! -exclamó Júpiter-. Sólo falta que un animal ciego como el topo critique los ojos del águila.
-Precisamente -empezó el topo-, quería decir dos palabras: el águila tiene buena vista pero, ¿no es horrible su cogote pelado?
-¡Esto es el colmo! -dijo Júpiter, dando por terminada la reunión-. Todos se creen perfectos y piensan que los que deben cambiar son los otros.
Suele ocurrir.
Sólo tenemos ojos para los defectos ajenos y llevamos los propios bien ocultos, en una mochila, a la espalda

Danny, el campeón del Mundo (Fragmento)
Mi padres puso mis sandwiches en un plato y me lo trajo a la cama. Yo dejé el plato sobre mis piernas y empecé a comer. Estaba muerto de hambre.
-¿Sabes que mi padre tenía gallos en el patio de casa sólo para practicar?-dijo mi padre-. Un gallo es muy parecido a un faisán. Son igual de estúpidos y les gusta el mismo tipo de alimentos. El gallo es más doméstico, eso es todo. Así que cada vez que a mi padre se le ocurría un nuevo método para atrapar faisanes, lo probaba primero con un gallo para ver si daba resultado.
-¿Cuáles son los mejores medio? -pregunté.
Mi padre dejó un sadwich medio comer en el borde del fregadero y me miró en silencio durante unos veinte segundos.
-¿Me prometes que nunca se los dirás a nadie?
-Te lo prometo.
- Pues ya verás-dijo-.Este es el primer gran secreto. ¡Ah!, pero es más que un secreto. Danny, Es el más importante descubrimiento en toda la historia de la caza furtiva.
Se acercó un poquitín más a mi. Su cara estaba pálida bajo el pálido resplandor amarillo de la lámpara del techo, pero sus ojos brillaban como estrellas¨. [...]
-El método número uno-dijo en voz baja- se llama cebo de crin de caballo.
-El cebo de crin de caballo-murmuré.
-Eso es-dijo él- y el motivo de que sea un método tan estupendo es que es completamente silencioso. Con el cebo de crin de caballo no hay graznidos ni aleteos ni nada cuando atrapas al faisán. Y eso es sumamente importante, porque no lo olvides, Danny, que en esos bosques, de noche, donde los grandes bosques extienden sus ramas sobre tu cabeza como fantasmas negros, hay tanto silencio que puedes oír a un ratón moverse. Y en algún lugar, los guardas están esperando y escuchando. Están siempre allí, esos guardas, inmóviles contra un árbol o detrás de un arbusto, con las escopetas preparadas[...]

Género Lírico
Presenta diferentes especies:
- La Oda
- LA Elegía
- La égloga
- La Sátira
A continuación, les voy a presentar dos ejemplos del género Lírico. EL primero es una oda escrita por Horacio que se titula "Carpe Diem" y el segundo es el III poema de Píndaro. Espero que les gusten =)
"Carpe Diem" (Carminum, I, 11)

III Poema
mi silencio se volviera poesía,
conocerte trastornó mi pensamiento,
y yo apenas lo creía.
Por un poco de tu amor.
Por un beso nada más,
por un roce de tu boca,
cualquier felicidad sería poca.
III Poema
Píndaro

Género Dramático
-Presenta diferentes especies:
- Tragedia
- Comedia
- Drama
Hamlet
- CLAUDIO, Rey de Dinamarca.
- GERTRUDIS, Reina de Dinamarca.
- HAMLET, Príncipe de Dinamarca
- FORTIMBRÁS, Príncipe de Noruega
- LA SOMBRA DEL REY HAMLET.
- POLONIO, Sumiller de Corps.
- OFELIA, hija de Polonio.
- LAERTES, hijo.
- HORACIO, amigo de Hamlet.
- VOLTIMAN, cortesano.
- CORNELIO, cortesano.
- RICARDO, cortesano.
- GUILLERMO, cortesano.
- ENRIQUE, cortesano.
- MARCELO, soldado.
- BERNARDO, soldado.
- FRANCISCO, soldado.
- REYNALDO, criado de Polonio.
- DOS EMBAJADORES de Inglaterra.
- UN CURA.
- UN CABALLERO.
- UN CAPITÁN.
- UN GUARDIA.
- UN CRIADO.
- DOS MARINEROS.
- DOS SEPULTUREROS.
- CUATRO CÓMICOS.
Acto I
Escena IV
(CLAUDIO, GERTRUDIS, HAMLET, POLONIO, LAERTES, Damas, Caballeros y acompañamiento.)
CLAUDIO.- Y tú, Laertes, ¿qué solicitas? Me has hablado de una pretensión, ¿no me dirás cuál sea? En cualquiera cosa justa que pidas al Rey de Dinamarca, no será vano el ruego. ¿Ni qué podrás pedirme que no sea más ofrecimiento mío, que demanda tuya? No es más adicto a la cabeza el corazón ni más pronta la mano en servir a la boca, que lo es el trono de Dinamarca para con tu padre. En fin, ¿qué pretendes?
LAERTES.- Respetable Soberano, solicito la gracia de vuestro permiso para volver a Francia. De allí he venido voluntariamente a Dinamarca a manifestaros mi leal afecto, con motivo de vuestra coronación; pero ya cumplida esta deuda, fuerza es confesaros que mis ideas y mi inclinación me llaman de nuevo a aquel país, y espero de vuestra mucha bondad esta licencia.
CLAUDIO.- ¿Has obtenido ya la de tu padre? ¿Qué dices Polonio?
POLONIO.- A fuerza de importunaciones ha logrado arrancar mi tardío consentimiento. Al verle tan inclinado, firmé últimamente la licencia de que se vaya, aunque a pesar mío; y os ruego, señor, que se la concedáis.
CLAUDIO.- Elige el tiempo que te parezca más oportuno para salir, y haz cuanto gustes y sea más conducente a tu felicidad. Y tú, Hamlet, ¡mi deudo, mi hijo!
HAMLET.- Algo más que deudo, y menos que amigo
CLAUDIO.- ¿Qué sombras de tristeza te cubren siempre?
HAMLET.- Al contrario, señor, estoy demasiado a la luz
GERTRUDIS.- Mi buen Hamlet, no así tu semblante manifieste aflicción; véase en él que eres amigo de Dinamarca; ni siempre con abatidos párpados busques entre el polvo a tu generoso padre. Tú lo sabes, común es a todos, el que vive debe morir, pasando de la naturaleza a la eternidad.
HAMLET.- Sí señora, a todos es común.
GERTRUDIS.- Pues si lo es, ¿por qué aparentas tan particular sentimiento?
HAMLET.- ¿Aparentar? No señora, yo no sé aparentar. Ni el color negro de este manto, ni el traje acostumbrado en solemnes lutos, ni los interrumpidos sollozos, ni en los ojos un abundante río, ni la dolorida expresión del semblante, junto con las fórmulas, los ademanes, las exterioridades de sentimiento; bastarán por sí solos, mi querida madre, a manifestar el verdadero afecto que me ocupa el ánimo. Estos signos aparentan, es verdad; pero son acciones que un hombre puede fingir... Aquí, aquí dentro tengo lo que es más que apariencia, lo restante no es otra cosa que atavíos y adornos del dolor. [...]
Hamlet
William Shakespeare

Edipo Rey
Personajes:
- Edipo
- Sacerdote
- Creonte
- Coro de Ancianos Tebanos
- Tiresias
- Yocasta
- Mensajero
- Servidor de Layo
- Otro Mensajero
(Delante del palacio de Edipo, en Tebas. Un grupo de ancianos y de jóvenes está sentado en las gradas del altar, en actitud suplicante, portando ramas de olivo. El sacerdote de Zeus se adelanta solo hacia el palacio. Edipo sale seguido de dos ayudantes y contempla al grupo en silencio. Después les dirige la palabra. )
SACERDOTE.- Por lo que se puede adivinar, viene complacido. En otro caso no vendría así, con la cabeza coronada de frondosas ramas de laurel.
EDIPO.- Pronto lo sabremos, pues ya está lo suficientemente cerca para que nos escuche. ¡Oh príncipe, mi pariente, hijo de Meneceo! ¿Con qué respuesta del oráculo nos llegas?
(Entra Creonte en escena.)
CREONTE.- Con una buena. Afirmo que incluso las aflicciones, si llegan felizmente a término, todas pueden resultar bien.
EDIPO.- ¿Cuál es la respuesta? Por lo que acabas de decir, no estoy ni tranquilo ni tampoco preocupado.
CREONTE.- Si deseas oírlo estando éstos aquí cerca, estoy dispuesto a hablar y también, si lo deseas, a ir dentro.
EDIPO.- Habla ante todos, ya que por ellos sufro una aflicción mayor, incluso, que por mi propia vida.
CREONTE.- Diré las palabras que escuché de parte del dios. El soberano Febo nos ordenó, claramente, arrojar de la región una mancilla que existe en esta tierra y no mantenerla para que llegue a ser irremediable.
EDIPO.- ¿Con qué expiación? ¿Cuál es la naturaleza de la desgracia?
CREONTE.- Con el destierro o liberando un antiguo asesinato con otro, puesto que esta sangre es la que está sacudiendo la ciudad.
EDIPO.- ¿De qué hombre denuncia tal desdicha?
CREONTE.- Teníamos nosotros, señor, en otro tiempo a Layo como soberano de esta tierra, antes de que tú rigieras rectamente esta ciudad.
EDIPO.- Lo sé por haberlo oído, pero nunca lo vi
CREONTE.- Él murió y ahora nos prescribe claramente que tomemos venganza de los culpables con violencia
EDIPO.- ¿En qué país pueden estar? ¿Dónde podrá encontrarse la huella de una antigua culpa, difícil de investigar?
CREONTE.- Afirmó que en esta tierra. Lo que es buscado puede ser cogido, pero se escapa lo que pasamos por alto.
EDIPO.- ¿Se encontró Layo con esta muerte en casa, o en el campo, o en algún otro país?
CREONTE.- Tras haber marchado, según dijo, a consultar al oráculo, y una vez fuera, ya no volvió más a casa.
EDIPO.- ¿Y ningún mensajero ni compañero de viaje lo vio, de quien, informándose, pudiera sacarse alguna ventaja?
CREONTE.- Murieron, excepto uno, que huyó despavorido y sólo una cosa pudo decir con seguridad de lo que vio.
EDIPO.- ¿Cuál? Porque una sola podría proporcionarnos el conocimiento de muchas, si consiguiéramos un pequeño principio de esperanza.
CREONTE.- Decía que unos ladrones con los que se tropezaron le dieron muerte, no con el rigor de una sola mano, sino de muchas.
EDIPO.- ¿Cómo habría llegado el ladrón a semejante audacia, si no se hubiera proyectado desde aquí con dinero?
CREONTE.- Eso era lo que se creía. Pero, después que murió Layo, nadie surgía como su vengador en mediode las desgracias.
EDIPO.- ¿Qué tipo de desgracia se presentó que impedía, caída así la soberanía, averiguarlo?
CREONTE.- La Esfinge, de enigmáticos cantos, nos determinaba a atender a lo que nos estaba saliendo al paso, dejando de lado lo que no teníamos a la vista. [...]
